El comienzo del infinito I
16 de Mayo, 2021
En la primera sesión del club de lectura sobre el libro “El comienzo del infinito” estuvimos recordando un poco las ideas del primer capítulo, mezclándolo con nuestras propias experiencias.
¿De dónde surge el conocimiento?
Sabemos muchísimo sobre lo que ocurre en el universo, explosiones de supernovas, agujeros negros, galaxias, quásares. Todo a traves de puntos de luz que observamos en el firmamento. ¿Cómo es posible?
Lo es porque disponemos de teorías, de explicaciones que cuentan por qué observamos lo que observamos, pero nos dicen mucho más aparte de lo que observamos. Esto es el conocimiento, las mejores explicaciones que disponemos.
¿Por qué procedimiento se consiguen estas explicaciones?
Muchas veces, especialmente en el pasado, se hacían llamadas a la autoridad: algo es cierto si lo dice Aristóteles, o la Biblia.
Después llegó la revolución científica, y el empiricismo, que decía que a través de las observaciones, deducíamos las explicaciones que se adecuaban a ellas.
Según Popper y Deutsch ambas tienen errores. No hay ninguna justificación lógica para dar por segura una autoridad. No hay ningún motivo para pensar que la inducción es cierta, el supuesto proceso por el que cuántas más veces observamos un fenómeno más probable es que lo volvamos a ver.
La forma correcta de cómo generamos conocimiento es:
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Partimos de algunas explicaciones, de algunas conjeturas que ya tenemos o que hemos adquirido.
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Notamos un problema con las explicaciones. Podemos ver que algunas explicaciones se contradicen entre sí. Por ejemplo explicaciones de qué estamos observando con explicaciones de qué esperamos que deberíamos observar.
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Generamos explicaciones nuevas, conjeturas nuevas. Pueden venir de modificar explicaciones existentes o inspiradas por una conversación o un libro. O simplemente pueden venir de una actividad creativa sin más.
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Las criticamos, las ponemos a prueba, descartamos las que son absurdas, nos parecen malas, o no encajan bien con otras explicaciones.
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Y nos quedamos con las que sobreviven, las que han aguantado la crítica.
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Estas nuevas explicaciones tiene un alcance, va más allá del problema que queríamos resolver y por el que las generamos.
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El conjunto de las explicaciones que nos quedan, las antiguas que aún sobreviven más las nuevas, entrará en algún momento en conflicto de nuevo, generarán un nuevo problema, y empezamos otra vez.
¿Cuándo está justificado decir que una explicación es cierta? Nunca. No hay certeza. Podemos actuar con nuestra mejor explicación como si fuera cierta, pero siempre puede ser rebatida con una crítica que aún no conocemos. Siempre puede ser mejorada.
Lo importante es que no hace falta certeza para que una explicación sea útil, o revele formas de resolver un problema, o tenga partes de la explicación que sean ciertas, aunque no sepamos cuales.
Distinguiendo buenas explicaciones
¿Qué es una buena explicación? Una buena explicación es una explicación difícil de variar sin que produzca resultados muy diferentes.
Por ejemplo, el mito de perséfone produciendo las estaciones es una mala explicación porque puedes cambiar los dioses implicados sin afectar el resultado. Incluso puedes cambiar el mecanismo por el que el tiempo cambia (puede ser Perséfone triste o cabreada).
En cambio en la explicación que dice que las estaciones se deben al eje tendido respecto al plano de órbita de la tierra respecto al sol no puedes cambiar nada de la explicación sin que el resultado sea muy diferente.
Una consecuencia de este criterio es que si algo no es necesario en la explicación es mejor quitarlo, ya que al no ser necesario puede ser variado sin que produzca resultados diferentes. Esta eliminación de elementos superfluos es un buen criterio que está detrás de la parte interesante de la navaja de Ockham. Pero la navaja de Ockham no es un buen criterio para distinguir entre dos explicaciones ya que no hay un concepto claro de qué explicación es más simple en general.
Las buenas explicaciones no son buenas sólo porque sirven para predecir. Deutsch pone de ejemplo un truco de magia. Puedes ver un truco de magia muchas veces y acabar prediciendo que el mago siempre va a adivinar tu carta. Eres capaz de predecir el resultado, pero eso no te da ninguna pista de cómo se hace el truco.
En cambio una buena explicación te sirve para saber qué ocurre incluso cuando no ves todo el proceso. Un mago que escuche el relato (parcial y erróneo) de un espectador del truco puede ser capaz de adivinar cómo se hizo el truco.
Los experimentos sólo sirven para distinguir entre dos explicaciones buenas que predicen cosas distintas. En cualquier otro caso son irrelevantes. No hacen falta experimentos para malas explicaciones. Y no tiene sentido hacerlos cuando sólo tienes una teoría.
El mito de perséfone predice que toda la tierra tendrá estaciones a la vez, lo cual es falso, pero no hacía falta comprobarlo hasta que no había una teoría alternativa. ¿Por qué ibas a comprobarlo si nunca tienes necesidad?
Breve nota sobre la ilustración
¿Qué causó la explosión de conocimiento nuevo en la ilustración? Según Deutsch fueron dos ideas:
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La crítica a la autoridad. La búsqueda de explicaciones ajenas a una autoridad. La cultura de la crítica.
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La búsqueda de mejores explicaciones. No el hecho de criticar una autoridad en favor de otra, sino en criticar unas explicaciones en busca de mejores explicaciones, sin pensar en la autoridad.
Discusión en el grupo de lectura
Durante nuestra discusión comentamos cómo antes de este libro no habíamos conocido la teoría Popperiana de epistemología. Mis padres nunca habían pensado en el asunto, siempre habían asumido que algo como el empiricismo era correcto. Yo había leído algo de filosofía de la ciencia, pero siempre había sido con malas interpretaciones de Popper, y muy centrado en el falsacionismo (el hecho de que las teorías científicas deben ser falsables, es decir debe de haber un experimento que las demuestre falsas), que no es lo más interesante de Popper.
Pero una vez conocida tiene mucho sentido.
Recordamos algunas anécdotas de hasta dónde llegan las malas explicaciones hoy en día. Por ejemplo en el colegio tuve un maestro que me contó que las estaciones se producían por la distancia de la tierra al sol por girar en una elipse, pero esto, aunque es una mejor explicación que el mito de Perséfone porque no se puede variar tanto, es falso ya que implicaría que los dos hemisferios tendrían las mismas estaciones todo el tiempo.
Una anécdota graciosa fue que antes de empezar la discusión mi madre me trajo la funda de su portátil para guardarlo pero no encontraba el cable. Estuvo buscándolo un rato sin encontrarlo, porque creía que el cable estaba metido en otra funda distinta, de modo que estaba buscando dicha funda. Finalmente se dio cuenta de que la funda del portátil que ya tenía era la que creía que tenía el cable dentro pero no tenía el cable. Sin dudarlo se fue directa a donde estaba el cable, en un sitio donde ya había mirado buscando la inexistente funda.
Eso ejemplifica como lo que vemos está afectado por las explicaciones que tenemos. Y que si tenemos una explicación errónea no percibimos bien la realidad. Teníamos un problema que sólo se podía resolver con una explicación mejor.
Hablamos un poco sobre cómo notamos el progreso. Como la esperanza de vida ha aumentado (sólo hay que ir a ver las fechas de los cementerios de hace años, y ver que la gente vivía bastante menos), como la vida es mucho más cómoda. Cómo las preocupaciones cambian (nuestras explicaciones cambian y cambian los problemas).
Finalmente discutimos un poco la crisis de replicación en psicología y en ciencias sociales: el hecho de que la gran mayoría de experimentos que se han hecho en estos campos no pueden ser replicados, es decir cuando se intentan repetir salen resultados diferentes. La causa principal de esto es que no tiene sentido hacer experimentos si no es para distinguir entre dos buenas explicaciones que predicen algo distinto. Prácticamente todos los artículos afectados tienen malas explicaciones detrás, y en ningún momento se duda entre dos explicaciones buenas (no suele haber ni siquiera una buena). Como ha demostrado Andrew Gelman en su blog en innumerables ocasiones.